Maratón de Sevilla 2015...

"Era el día de entrega de calificaciones y como siempre un día especial por todo lo que ello significaba. Estaba muy contento con las notas que había sacado, pues su trabajo le había costado. Al llegar a casa, no esperaba que tras tener ocho sobresalientes y un sólo notable lo primero que escuchara de la boca de su padre fuera: "Y en inglés, ¿por qué no has sacado sobresaliente? Aquellas palabras se quedaron marcadas en la mente de aquel niño..."

Me han vuelto a seguir. Esta familia no se cansa de mi y un puñado de locos con carrito de bebé, pancartas y perros a cuestas me perseguirían por los primeros kilómetros de la prueba.



 Como no podía ser de otra forma, noche sin pegar ojo dándole vueltas y más vueltas a la única carrera que me desvela: el maratón. Mi camiseta de etiopía y mi cajón de salida a tan sólo 20 metros de la salida, indicaban claramente mis intenciones hoy. Temperatura ideal, el tiempo de espera que se hace tenso y cuenta atrás...3...2...1...¡SALIDA!

Tras el atasco del año pasado en Madrid en el primer km no quiero perder ni un segundo en este y pronto se puede empezar a rodar cómodo y rápido. No tenía un plan fijo, lo que me fuera pidiendo el cuerpo, sin locuras, pero sin quedarme atrás. Pronto paso el globo de las 3 horas con su muchedumbre pegada a él, pensando que ojalá sea la última vez que lo viera en el día de hoy. Continúo a un ritmo constante y avanzando firme permitiéndome el lujo de recorrer unos metros con el campeón del mundo Abel Antón, que andaba también por delante de las tres horas. Lo dejo atrás y sigo con mi ritmo. Iba cómodo y fácil, además de rápido, con lo que estaba disfrutando de la carrera y de mis pancartas en el km 1, 8 y 14. Muestra de ello, lo da mi parcial del km 10 y 15: 41'38'' y 1h02'47'' respectivamente. 

Pero el maratón es imprevisible. A partir del km 17 comienzo a notar unas molestias en la parte baja del abdomen, que empiezan a ir a más...a más...hasta convertirse en un dolor agudo. Tras dudar y dudar durante tres largos kilómetros, decido parar a hacer un pis antes de la media, para ver si así quito un poco de tensión a la zona y se suaviza la punzada. A pesar de la parada, paso por la media maratón en 1:27:43, pero el dolor continúa intenso y comprendo que no puedo seguir el ritmo que llevo marcando. Los kilómetros comienzan a hacerse eternos, tengo la sensación que me van pasando grupos enteros, me atraganto en un avituallamiento, se me cae un gel y para rematarme del todo, empiezo a tener fatiga...¿fatiga?, ¡pero si estamos en el veintipoco! ¿Acaso iba a convertirme en uno de esos cadáveres que deja la maratón a las primeras de cambio? ¿El tío del mazo tan pronto? No podía ser verdad, necesito cabeza fría para estos momentos en los que sólo aparecen en mi mente los pensamientos más agoreros. 

Había corrido bien hasta ahí, así que tenía margen acumulado. Decido dosificar y ceñirme a una media cercana a la que tenía pensada al principio, pero seguía teniendo la sensación que me estaba devorando la maratón. Piensa, no te dejes llevar...pero la puntilla me cae en el km 27 cuando marco 4:28...Tengo que reaccionar, pero...¿cómo? Sigo con mi estrategia de contemporizar y resistir. Si el maratón me quiere atizar, se va a encontrar el muro en mi. "No es tan fácil derribarme, necesitarás algo más que eso..."

Llegamos al 30. El punto clave de todo maratón. Pero en esta ocasión no es un punto de inflexión, ni para bien, ni para mal. Sigo aguantando como puedo, con la esperanza de que pronto me voy a encontrar con los kilómetros más animados de la prueba. Nos metemos por el parque María Luisa en busca de una ansiado km 35 marcado en plena Plaza España. He ido recibiendo golpe tras golpe y he llegado vivo hasta aquí. Justo al salir del circular recorrido de la plaza, echo la vista atrás y mis ojos se entreabren como queriendo no creer lo que están viendo: por la mitad de la plaza como soplado por un fogoso viento el globo de las 3 horas se deslizaba por el majestuoso escenario. 

Quedan 7 kilómetros...los peores...pero pienso que no podrán ser mucho peores que los que he pasado. Intento apretar un poco para evitar lo que parecía una caza inevitable. Notaba que tenía pulmón y que las piernas iban bien...¡maldita punzada!...¡maldita fatiga! Me mentalizo del ritmo que tengo que marcar y me pongo manos a la obra. El público se enfervoriza dejando un paso estrecho a los corredores y el ánimo que va calando con cada jadeo. 

Parece que me recompongo un poco y tras pasar por el 38, me empiezo a animar, porque conozco bien el camino a meta desde ahí. Me esperan...

Los kilómetros vuelven a fluir, a sentirme cómodo y por primera vez desde hacía mucho tengo la sensación que voy dejando corredores atrás. Es incomprensible esto del maratón...¿cómo puedo estar ahora mejor que en el 25? Aparece la Barqueta tras el único repecho de la prueba que a estas alturas ni me molesta. El público se vuelve a agolpar y sé que a la vuelta de la esquina estaba Yoyi. Pero antes paso por el km 40 echando el vistazo decisivo al crono...lo que marcara en ese punto iba a ser definitivo...

Conociendo qué iba a ser de mi prosigo mi camino...Yoyi tiene que estar cerca...no está...no está...¡ahí! Me esperaba con las gafas de video y nos gritamos mutuamente: ¡Vamos, que ya lo tienes!...y por primera vez, en mi mano aparece el tres...

Doblo la rotonda y una interminable recta nos esperaba, pero poco importaba cuán difícil se hiciera el camino hasta meta, iba a ser un paseo con sabor a recompensa por todo lo sufrido para llegar a conseguirlo. Al final de la recta, mis pancartas, mis sobrina, mi hermana y mi madre. "¡Lo tengo, lo tengo!"- les grito mientras intento contener un poco la emoción...bueno, realmente no iba conteniendo la emoción, iba gritando, la verdad, pero cruzar el km 41 de una maratón merece eso y mucho más.

El estadio se huele, anda cerca, ya no tengo que preocuparme del crono, que se que llevo controlado, ni de pinchazos ni fatigas y eso se nota cuando marco 4:09 en ese km. El túnel está ahí..."¡Ole los Sub 3!, esto es para nosotros...¡Vamos Sevilla!"...la entrada del túnel es un clamor. 

El estadio...el ansiado km 42...la meta...no puedo creer que lo vaya a conseguir después de haber sufrido tanto desde tan lejos...diviso a mi padre y mi suegro con mi pancarta en lo alto de la grada...brillaba más que nunca...enfilo la línea de meta y en mi mano fue el único lugar donde se vería el tres...2:58:24...lo hice...

"Sí que se vende caro bajar de 3 horas"- pienso mientras voy recorriendo el túnel en busca de la salida. Es curioso pensar que he rebajado mi marca en este mismo maratón en sólo 2 años en 30 min y 23 seg...creo que esta historia, ya estaba escrita...

"...hoy, un puñado de años después, aún agradezco a mi padre esas palabras, pues aunque en un primer momento no las supe digerir bien, con el paso del tiempo he ido dándole forma y se han transformado en una de las muchas cosas que me ha enseñado mi padre: "Si puedes, no te conformes". Quizás por eso hoy puedo decir que soy Sub 3..."






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